A continuación estudiaremos cómo los medios de difusión alteran diariamente un aspecto fundamental del ser humano: el lenguaje. Veremos que este campo de batalla representa uno de los pilares de toda Revolución, pues es allí, en el lenguaje, donde se ponen en juego los pensamientos, los ideales y los principios. Utilizaremos los argumentos de Karl Kraus, periodista, crítico y escritor austríaco, a quien le tocó combatir la fraseología publicitaria de Joseph Goebbels, encargado de la propaganda de Hitler en la Alemania Nazi.
El primer concepto que estableció Kraus fue que lo que ocurre en la sociedad se refleja en el lenguaje y viceversa. La mutilación verbal contribuye a que la configuración de los pensamientos y las conciencias se restrinja dando paso al fascismo.
Para el hombre, el mundo de las ideas va conformándose en la medida que enriquece su lenguaje. La forma en que los seres humanos consiguen configurar conceptos claros para expresarse, les permite configurar gran parte de su naturaleza interior, de su fortaleza moral, de sus creencias, de sus ilusiones e incluso de sus fantasías. Las revoluciones deben preservar la consolidación del binomio ideas-lenguaje.
Partiendo de estas primeras premisas, Kraus se atrincheró en la precisión del lenguaje, que en el mejor de los casos podía convertirse en el más poderoso portador de ideas, y en el peor, en un gran vehículo de frases vacías, que buscaba hipnotizar a las masas para movilizarlas con fines fascistas.
Aunque la fraseología nazi estaba conformada por un gran número de clichés y sobreentendidos, poseía un método diseñado por el Ministro de propaganda de Hitler, llamado “los principios de Goebbels” el cual, se fundamenta en un gran desprecio por las mayorías. Hoy día este mismo método es empleado por la contrarrevolución venezolana, veamos.
MÉTODO GOEBBELS APLICADO A LA REVOLUCIÓN VENEZOLANA
El ministerio de la propaganda nazi, emitía todas las directrices de la propaganda en el país. Todo fragmento expresaba un contenido político, de allí su altísima capacidad de persuasión. Indicaba cuándo las campañas debían comenzar, cuándo debían ser intensificadas o atenuadas, y cuándo debían terminar. La máquina propagandística nazi estaba sometida a una constante reorganización. Sus principios de acción eran los siguientes:
Principio de simplificación y del enemigo único: Adoptar una única idea, un único símbolo, e individualizar al adversario en un único enemigo.
Entre los enemigos del nazismo se encontraban el comunismo y los judíos. En Venezuela el enemigo simplificado del fascismo mediático es Chávez, y la idea única es el Socialismo.
Principio del método de contagio: Reunir diversos adversarios en una sola categoría o individuo; los adversarios han de constituirse en suma individualizada.
En Venezuela el método de contagio se aplica a todos “los chavistas” y en su desarrollo hacia la fase cruenta sitúa a todos los chavistas como “corruptos que merecen castigo”.
Principio de la transposición: Cargar sobre el adversario los propios errores o defectos, respondiendo al ataque con el ataque: si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan.
Principio de la exageración y desfiguración: Convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave.
Un ejemplo aplicable a este principio, son los proyectos conjuntos Iran-Venezuela, que han sido trasfigurados por la prensa fascista mundial, como una amenaza de guerra inminente.
Principio de la vulgarización: Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar.
De esta forma niegan las capacidades de crecimiento intelectual de las sociedades, una especie de destino mental empobrecido.
Principio de orquestación: La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente,
presentadas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas. Si una mentira se repite suficientemente, acaba por convertirse en verdad.
Principio de renovación: Hay que emitir constantemente informaciones y argumentos nuevos a un ritmo tal que, cuando el adversario responda, el público esté ya interesado en otra cosa. Las respuestas del adversario nunca han de poder contrarrestar el nivel creciente de acusaciones.
Principio de la verosimilitud: Construir argumentos a partir de fuentes diversas, a través de los llamados globos de ensayo.
Principio de la silenciación: Acallar las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen el adversario.
De esta forma se ha ignorado el aporte de las Misiones Sociales de la Revolución, tanto las educativas como las alimentarias y de salud. De igual forma se acalla el impacto de las empresas de Propiedad Social, los esfuerzos hechos para la integración regional, entre otros.
No se discute, por ejemplo, cómo sobrevivirá la especie con el mismo esquema de producción y de propiedad que la lleva al desastre, o cómo se paliará el hambre de imperar el sistema de distribución de alimentos capitalista, o cómo se otorga un premio Nobel de la paz a quien representa invasiones y genocidios.
Principio de la transfusión: Por regla general, la propaganda opera siempre a partir de un sustrato preexistente, ya sea una mitología nacional o un complejo de odios y prejuicios tradicionales; se trata de difundir argumentos que puedan arraigar en actitudes primitivas.
Aquí encontramos la publicidad “un país de propietarios” de CEDICE que exalta el miedo al despojo, instalados por el capitalismo en el inconciente de todos y que le son atribuidos al Socialismo.
Principio de la unanimidad: Llegar a convencer mucha gente que se piensa 'como todo el mundo', creando una falsa impresión de unanimidad.
EL MÉTODO KRAUS ANTI FASCISTA Y EL PERIODISMO DE NUEVO ORDEN
Aunque hoy día en Venezuela avanza la Revolución Bolivariana, aún el monopolio de la difusión sigue estando en manos fascistas, y es imperativo el surgimiento de nuevos métodos de persuasión revolucionaria que tengan como centro las ideas.
En la Alemania Nazi, donde imperaba la aplicación de los principios de Goebbels, Kraus identificó un método de defensa lingüístico-periodístico antifascista, cuyo centro de defensa era la exposición clara y concisa de las ideas y el desmantelamiento de los discursos vacíos del fascismo.
Tal como lo señaló Kraus, el periodismo político de nuevo orden, que busque desmontar al fascismo, debe exigir conceptos, marcos de referencia lingüísticos específicos. En este punto indicaba: “…si los conceptos no son correctos, las palabras no son correctas; si las palabras no son correctas, los asuntos no se realizan; si los asuntos no se realizan, no prosperan ni la moral ni el arte, la justicia no acierta; si la justicia no acierta, la nación no sabe cómo obrar...”
Es decir, el alcance publicitario de la Revolución debe partir de conceptos bien definidos: modos económicos a seguir, esquemas de conciencia que se esperan, plazos de tiempo, modificaciones conductuales y sus consecuencias, etc. La palabra Socialismo debe ser arrebatada a los oportunistas y colocarla en su justa dimensión.
Según Kraus la lengua debe constituir una identidad, revelar la esencia. Es por ello que deben evitarse a toda costa los lugares comunes y las informaciones tipo cliché.
Importante es realizar exhaustivos análisis sobre la mentira de la palabra del enemigo interno y externo. Esto nos permitirá romper la relación de complicidad que une a todos los participantes del juego de "encubrimientos mutuos" en el que habitualmente ganan todos (aunque, en realidad, la sociedad en general, sale perdiendo). Para ello Kraus proponía exponer la duplicidad existente de lo corrompido del lenguaje, trascribiendo textualmente de lo dicho por los farsantes: "citar objetivamente", comparar las ideas, como que de objetos se tratara, a fin de evitar el ataque a individualidades, cuando lo que debe hacerse es atacar al sistema.
Finalmente, un pueblo que posea periodistas revolucionarios concientes de lo que son las palabras estará en mejores condiciones para resistir a las formas de manipulación fascista, y será un pueblo que estará en camino de zafarse de la hipnosis a la que estaba condenado. Las fuerzas manipuladoras de los medios de difusión saben que un pueblo con periodistas cuyos contenidos estén a la altura de las circunstancias y que den alta valoración al lenguaje, es un pueblo que posee un refugio moral.
Hoy día, ante el advenimiento de un nuevo proceso electoral en Venezuela, los medios de difusión buscan demoler por cansancio las resistencias psíquicas de las masas revolucionarias. Necesario es comenzar a diseñar una política electoral que utilice métodos distintos de los que hasta ahora han sido utilizados por el marketing fascista, con un centro que defienda al Comandante y consolide al Socialismo en sus formas económicas.
La fraseología sin contenido impide a las mayorías darse cuenta de la decadencia espiritual a la que nos somete el capitalismo. De no profundizar en el lenguaje revolucionario, en sus consignas, estaremos preparando la psiquis de las masas revolucionarias para el fortalecimiento de fuerzas oscuras. Serán vencidas nuestras barreras y manipularán nuestros espíritus